Un día como hoy, 18 de julio de 1938, hace 80 años, don Manuel Azaña pronunciaba su famoso y emotivo discurso, “Paz, piedad y perdón” en el Ayuntamiento de Barcelona.
El discurso contiene un mensaje de reconciliación y fue elaborado con la intención de preparar a la opinión pública para lograr una mediación internacional y no prolongar la guerra.
El discurso tuvo lugar a media tarde en el Saló de Cent de las Casas Consistoriales del Ayuntamiento de Barcelona, en el segundo aniversario del inicio de la contienda, con la asistencia, entre otros, de Negrín y Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes republicanas. El presidente fue recibido por el Ayuntamiento en pleno en las escalinatas. También asistieron representantes diplomáticos, el gobierno en pleno, el gobierno de la Generalitat y numerosos diputados. Al concluir, abandonaron el edificio juntos el presidente del consejo, Negrín, el ministro de Estado, Álvarez del Vayo, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Vicente Rojo, quienes se dirigieron a pie por la calle Fernando hasta la Rambla y la Plaza de Cataluña, entre reconocimientos de los ciudadanos congregados.
El discurso se interpreta como una reflexión sobre el absurdo de la guerra como solución al problema español: las dos Españas, el separatismo, la identidad nacional. El núcleo del discurso fue la expresión de su idea de cuál estaba siendo el daño más grave que la guerra estaba provocando en España: «Un dogma que excluye de la nacionalidad a todos los que no lo profesan, sea un dogma religioso, político o económico, [al que opone] la verdadera base de la nacionalidad y del sentimiento patriótico: que todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo».
Azaña, autor y orador del discurso, mantuvo un tono pausado, alejado de la arenga política. A lo largo de más de una hora (74 minutos) reflexionaba sobre la difícil situación en la que se encontraba España y aseguraba que ni los que la habían llevado a ese extremo eran conscientes de las consecuencias. También analizaba la Guerra Civil Española en el contexto del conflicto europeo y denunciaba la presencia y la participación de Alemania e Italia. Fue recogido, aunque adaptado, en periódicos como La Vanguardia, El Sol o El Socialista.
Aunque los trece puntos de Negrín recogían también la amnistía para todos aquellos que cooperasen a la reconstrucción y engrandecimiento de España, el discurso de Azaña rezumaba un pesimismo sombrío; la idea de derrota y pacto, frente a los partidarios de prolongar la guerra bajo el lema «resistir es vencer». Por otra parte, la utilización de la palabra «paz» al final de su discurso generó controversia entre los sectores del bando republicano que todavía apostaban por una victoria militar, y originó que fuera adaptado de forma diferente en los periódicos de cada tendencia. En El Socialista se reduce la terna final a «Piedad y perdón».
El discurso «condensa la lucidez emotiva y desolada del líder republicano. Es el legado de Azaña. Donde está él entero». Javier Tusell lo califica como «uno de los mejores de su vida, y probablemente el más brillante y emotivo de los que se oyeron durante la guerra». Además no lo considera únicamente como una «invocación sentimental a la convivencia», «ni el mensaje de un hombre angustiado cuya capacidad de acción estaba limitada como presidente con escasos y disminuidos poderes efectivos». Era, también, «un discurso de evidente contenido político, que diseñaba un tipo de acción a seguir inmediatamente y que, en función de ella, trataba de crear un determinado estado de ánimo». Azaña hace un discurso de paz con la intención de preparar a la opinión pública para que aceptara una mediación.
Si quieres, puedes escuchar el discurso completo aquí:
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Paz,_piedad_y_perd%C3%B3n
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[…] Ha estallado la paz. Esto llevó al exilio no solo a personas de izquierda (como Azaña reclamando Paz, Piedad y Perdón) o a Machado fallecido en Colliure, sino también a liberales como Salvador de Madariaga, a […]