Luis Arias Argüelles

Adiós al gran intelectual comprometido

El escritor y columnista salense Luis Arias Argüelles-Meres falleció a los 63 años y, con él, sus certeros análisis de la Asturias de ayer y hoy

Luis Arias Argüelles
Luis Arias Argüelles-Meres, en el Oviedo que tan bien conocía, a finales de 2019. / ALEX PIÑA

Es difícil, no imposible, ser tantas cosas como era Luis Arias Argüelles-Meres y saber definirse en un puñado de palabras. Los demás diríamos, sin duda, que era un intelectual, pero no solo. Un docente vocacional, pero no únicamente. Un talentoso cronista. Un analista certero de la actualidad. Un defensor de Asturias y de su llingua. Un republicano convencido… y más. Siempre más. Difícil, pero no imposible para él, que volvió a dar en el clavo: «Soy un profesor que escribe, o un escritor que da clases (lo que se imparte son bendiciones)». Y ese era su don, en esencia. Saber y saber contar siempre fueron de la mano en sus 63 años de vida. Una vida que ayer se despedía de forma dolorosamente prematura y dejaba tantos huecos como antes había llenado su figura, que durante décadas pareció multiplicarse. Uno de ellos queda en estas páginas, donde escribía con vigorosa frecuencia desde 2013. Donde firmó su último artículo el sábado pasado. Donde siempre se le recordará con cariño.

Argüelles-Meres sentía pasión por su Lanio, Llanio o Llaniu natal -aceptaba todos, pero le repateaba verse obligado a utilizar el nombre oficial de Láneo-, en Salas. «Lanio, que te quiero Lanio», presumía de su belleza el hijo del maestro Manuel Antonio Arias, quien le inculcó los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Desde Lanio dijo Luis adiós al mundo. Demasiado pronto, pero habiendo cumplido con la sociedad asturiana. Con centenares de artículos, infinidad de conferencias, numerosos libros y tantos alumnos a los que transmitió sus conocimientos. Su último instituto fue el IES César Rodríguez, de Grado.

Su trabajo como articulista se vio reconocido en 2014, con el Premio Asturias de la crítica en la modalidad de columnismo literario, concedido por la Asociación de Escritores de Asturias. Pero hubo más galardones. En realidad, los aplausos, desde aquel Premio Fernando Vela de Periodismo en 1988, no cesaron. En 1998, fue finalista del Café Gijón con ‘Un viaje a Cuba’.

El Premio de la Asociación Manuel Azaña a la Lealtad Republicana le fue otorgado en 2004. Fue esta faceta, la de republicano honesto y leal, la que muchos de quienes le conocían querían destacar ayer. No puede caer en el olvido ni su compromiso con la causa ni su profundo conocimiento de la Segunda República, en general, y de la figura de Manuel Azaña, en particular. También su acercamiento a la vida de Ortega y Gasset le valió el reconocimiento de ser finalista del Premio Alfredo Quirós, convocado por la Librería Cervantes, gracias al ensayo ‘Ortega y Asturias’.

No nos engañemos. Republicanos expertos en la República hay muchos. Pero «como Luis -apuntan sus amigos-, que tenía esa formación, que hablaba con esa retórica, que parecía un personaje más de aquellos tiempos, nadie».

Pese a ser el artículo periodístico el género que más trabajó, su pluma se deleitó también en ensayos y novelas. Y todos sus títulos maridaban bien, mezclados en las estanterías. La llegada a las librerías de ‘Azana o el Sueño de la Razón’ ha cumplido ya más de treinta años. Tras él llegaron muchos títulos: ‘Días de Diarios’ ‘La España descabezada’, ‘Último tren a Cuba’, ‘Tiempo de Castañas’, ‘La Asturias que emigró a América: una injusticia poética’, ‘Parte de Posguerra’, ‘Volver’ o ‘Desde la plaza del Carbayón’ son algunos.

Su último libro fue un broche de oro a su carrera en diarios regionales y nacionales: ‘Testigo de un tiempo: 25 años de columnismo’. Un viaje por su carrera que da muestra de su maestría a la hora de combinar en su escritura lo local y lo universal.

Seguirán los intentos -y ninguno triunfará en su empeño-, de definir todo lo que era Argüelles-Meres. Él cultivaba sin parar. Su huerta eran los espacios académicos, literarios, políticos. Era un perfecto conocedor de Asturias, «implicado y comprometido». «Especial y entrañable». «Culto y cercano». «Un gran asturiano, un paisano».

Su amada tierra y quienes viven en ella abrazan hoy con fuerza a la esposa, María Fernanda Ochoa, e hijo, Luis Manuel Arias, del profesor que escribió. Del escritor que dio clase.

Artículo original Aída Collado https://www.elcomercio.es/

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