cementerio de Toledo

Los seis de Mazarracín

Antes de jubilarme, la alcaldesa Milagros Tolón me encomendó preparar un expediente para acceder a unas ayudas de la FEMP en materia de memoria democrática, con la finalidad de que el Ayuntamiento de Toledo y la Asociación ‘Manuel Azaña’ realizasen un estudio sobre cuantificación, localización e identificación de víctimas de la represión franquista en nuestra ciudad.

Durante meses, miembros de la misma –Isabelo Herreros, Ignacio Cabello y Joaquín Iborra- han recopilado y cruzado datos del Libro del Cementerio Municipal y del Registro Civil. Ya se conocen sus primeras conclusiones.

Entre 1936 y 1947, 1.787 personas, al menos, fueron inhumadas aquí: asesinadas, fusiladas, maltratadas, enfermas y desnutridas en cárceles, batallones de trabajadores o colonias penitenciarias. De ellas, 783 continúan sin ser identificadas, desconociéndose el número de las que, en los primeros momentos tras la entrada de las tropas del general Varela, pudieron ser enterradas en lugares distintos al cementerio o cuyos cadáveres arrastraron las aguas del río Tajo.

Quienes trabajan sobre asuntos memorialistas saben que acceder a las fuentes documentales no es sencillo y que deben escrutarse bien todas ellas, sorteando las peculiaridades que cada registro tiene, como, por ejemplo, anotar que una persona murió por ‘hemorragia’ para enmascarar que fue fusilado. Así es que, con paciencia, tomando un dato de aquí y otro de allá, la dimensión de esta masacre toledana ha ido recogiéndose en un documento que pronto será accesible en red y que se completará con más investigaciones en otros archivos.

El 24 de junio de 1938 fueron enterrados en Toledo seis ‘desconocidos’ muertos por ‘la guerra’. Ahora, gracias al cruce de datos realizado, se les ha puesto nombre y lugar de origen, se sabe que eran penados del Batallón de Trabajadores nº 128 y que fallecieron en el paraje conocido como ‘Palomar de Mazarracín’, al norte de la capital. Dada su condición de forzados, no es ilógico pensar que la verdadera causa de su muerte hubiera sido la ‘ley de fugas’.

Por mucho que se sulfuren las derechas, iniciativas como esta del Ayuntamiento de Toledo y la Asociación ‘Manuel Azaña’ ni incitan al odio ni reabren heridas, sino que contribuyen a alumbrar con la verdad oscuras páginas de nuestro pasado que numerosas familias aún no han podido cerrar.

Artículo original Enrique Sánchez Lubián https://www.latribunadetalavera.es/

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