El proyecto lo está llevando a cabo la Asociación Manuel Azaña, que impulsó junto al Ayuntamiento la identificación y exhumación de estas personas que murieron torturadas en la cárcel sin ningún juicio.
Desde principios de este mes de noviembre, la Asociación Manuel Azaña está implicada en un proyecto de exhumación junto al Ayuntamiento de Tembleque (Toledo) para identificar y dignificar a 17 personas que murieron torturadas en la cárcel y que fueron enterradas durante el mes de abril de 1939 en una fosa “caliente” sin ningún tipo de juicio.
Antes de empezar a excavar esta fosa común, bajo un memorial construido en 1977 a petición de los familiares para dignificar a las víctimas enterradas allí, la asociación llevó a cabo un proceso de investigación y documentación que contó con financiación de la Secretaria de Estado de Memoria Democrática, previa inscripción de la fosa en el registro del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.
Los trabajos se extenderán por un período aproximado de varias semanas con el objetivo de poder extraer todos los restos óseos, clasificarlos y, posteriormente, identificarlos, por lo que llevarán a cabo pruebas de ADN que permitan compararlos con los de los familiares de los represaliados que así lo han solicitado. Después, desean darles “una sepultura como merecen”, bien en el panteón que reconstruirán en el cementerio de la localidad o en otros nichos de la propia familia.
Así lo transmite a este medio Alfredo Saavedra, concejal del Gobierno local en esta localidad toledana y también familiar de un represaliado enterrado en Lillo (Toledo). Él ha sido el nexo de unión entre los familiares de los represaliados y la asociación para poder avanzar en todo el trabajo que están llevando a cabo en esta fosa republicana. En ella están enterradas 17 -o 18 personas según la información que han podido extraer, sobre todo de fuentes orales- que, en su mayoría, pertenecieron o estaban vinculadas al gobierno local republicano.
Entre el 2 y 30 de abril de 1939
Dos tenientes de alcalde, un médico practicante afiliado al PSOE y que luego también fue concejal, dos guardias municipales o también el encargado de pesar en las tiendas del pueblo fueron algunas de las víctimas a las que no fusilaron pero sí sometieron a torturas en la cárcel que acabaron con su vida. “Menos dos o tres que eran labradores o jornaleros, todos tuvieron relación con el Ayuntamiento. Por eso fue tan inmediato”, señala Saavedra sobre la cercanía entre la fecha de la muerte de todos ellos -que sitúan entre el 2 y 30 de abril de 1939- y el final de la guerra -el 1 de abril del mismo año-.
En la documentación que han podido recopilar, “que es escasa”, hay familiares que registraron las defunciones fuera del plazo y que solo hay tres de ellas con la fecha oficial de abril del 39. “Hicieron limpieza en el Ayuntamiento, no dejaron casi nada donde poder buscar“, expone el edil de Tembleque, que también participa como voluntario en los trabajos de exhumación y dio traslado del proyecto, casi “casa por casa” a cada uno de los familiares de represaliados con los que han podido contactar, que han sido la mayoría.
“Han estado informados de cada paso y han confirmado si dábamos el siguiente o no”, apunta, al tiempo que explica los estudios que continúan haciendo para seguir la pista de muchas otras víctimas, pues una vez se cerró la cárcel de Tembleque, a muchos de ellos los trasladaron a Lillo, donde sí se hicieron juicios sumarísimos, y posteriormente a Ocaña.
Tembleque fue uno de los doce municipios de la provincia de Toledo en las que se ubicó un campo de concentración franquista, que fueron centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos, tal y como recoge el proyecto de Memoria Democrática de Castilla-La Mancha impulsado por la Universidad regional (UCLM).
Trabajos de exhumación
En las dos semanas que llevan trabajando en la fosa, el equipo de exhumación de la Asociación Manuel Azaña, que cuenta con un arqueólogo, un antropólogo forense y otras dos personas que ayudan en la exhumación, así como otros voluntarios, han podido encontrar ya 17 individuos. Se trata de una fosa “en forma de trinchera”, según explica a este medio Ignacio Cabello, uno de los miembros de la asociación, sobre la que ahora han comprobado que en realidad hay “siete pequeños depósitos o sepulturas comunes que estaban unificadas por el monolito que las cubría”.
“Es una fosa en caliente, de venganza de sangre, constituida por personas que debían estar dando información. A través de torturas fueron detenidas e introducidas en la cárcel, dónde debían hacer una declaración que no llegan a firmar y matan a la gran cantidad de la gente que pasó por ella”, apunta Cabello, que indica que ya han documentado a al menos 160 represaliados -entre personas fusiladas y encarceladas- . Una situación que, recalca, “refleja la crueldad del momento”.
El pasado sábado realizaron una jornada de puertas abiertas con un grupo de familiares de los represaliados que están enterrados, en la que les explicaron la metodología de la exhumación. “Tuvimos tiempo para escuchar las historias de estas familias que nos permiten reconstruir la memoria de las personas cuyos restos estamos exhumando a la hora de dignificar sus biografías y, en alguna medida, reparar el daño que han sufrido”, destaca también la asociación.
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